Miguel Ángel Manzano – Doctoralia.es
Parecemos seres sólidos.
Aunque somos un 75% agua y entre las moléculas que nos forman hay más «vacío» que materia.
A lo que hay que sumar, que gran parte de nuestra conducta nos resulta invisible al ser hábitos remotos automáticos que ni siquiera recordamos cuando los adquirimos.
Y aún así defendemos nuestra forma de ser y vivir, nuestra identidad como algo estable y concreto.
Percibimos el mundo como un lugar sólido estable.
Pero la ciencia nos demuestra que nuestra visión del mundo se produce en nuestro cerebro como resultado de lo que hace nuestro sistema nervioso con la información que le llega de los sentidos.
De hecho, ahí fuera hay más información que nos es invisible (fuera del rango de percepción de los sentidos) que la que percibimos, aún así defendemos nuestra visión del mundo, y aseguramos que las cosas son así.
Quizás es momento de abandonar la visión que tenemos de nosotros mismos, empezando por desconfiar de las apariencias y reconocer que no sé lo que soy, y que cualquier visión que tenga de mí siempre será parcial y temporal.
Quizás es tiempo de abandonar el esfuerzo por responder la pregunta ¿quién soy? y simplemente esperar a que la respuesta acuda en el único momento que importa, ese instante antes de morir. Esa respuesta que acude al moribundo en forma de recuerdos sobre cómo ha vivido la vida, y que permiten una despedida en paz, o no tanto. Y parece que esa paz está muy relacionado con lo orgullosos que estemos sobre cómo hemos afrontado las circunstancias que no pudimos elegir.
Por tanto, más que definiciones, descripciones, categorías, suma de características, en realidad, somos el conjunto de nuestras experiencias, y donde permitimos que nos lleven.
La definición, el conocimiento verbal descriptivo que tienes de ti, no te ayuda demasiado a vivir con mayor intensidad tu vida, en realidad, en la mayoría de los casos que observo (y autoobservo), parece ser un inconveniente añadido.
¡Deja de pensarte! Miguel deja de pensarte. Y es que si piensas mucho en ti, de forma casi obsesiva, es que eres para ti una obsesión, y estás obsesionado simplemente porque te consideras un grave problema que necesitas una solución urgente.
Y todo ese dolor tiene su origen en que no confías en ti, pero no pretendo culparte, ni culparme de ello, y es que simplemente, nadie ha confiado ciegamente en nosotros, nadie nos ha transmitido, «tal y como eres, es perfecto». Si estás dispuest@, ha llegado el momento de aprenderlo.
Deja de pensarte en enfócate en tus recuerdos futuros…