Gracias Ego

Estoy disfrutando de unos días de vacaciones con mis hijos y he podido escuchar algún audiolibro con interesantes enfoques y propestas terapéuticas. Pero siempre que leo o escucho estos libros que contienen cierto aire espiritual me asalta la confusión. No entiendo porqué los autores nos señalan a la apertura a la confianza, mientras nos muestran al ego como un enemigo peligroso que es quien nos esta perjudicando la vida. De aquí han surgido varios post en instagram y finalmente este, que no es mejor , pero que es demasiado largo para la red social.

Durante mucho tiempo vivió en una modesta casa, con lo justo para no congelarse y protegerse de las inclemencias del tiempo.

Con los años prosperó. Primero compró un terreno, en el que poco a poco, a medida que disponía de capital, iba construyendo su futuro hogar. El resultado, tras largos años, fue una bonita casa nueva con todas las comodidades imaginables para la época, podía tocando un botón, conseguir que pareciera en el interior invierno en verano y viceversa.

Décadas después, por casualidad pasó por delante de su vieja casa. En aquel mismo momento, la ira brotó y decidió que conseguiría destruirla, quemarla, aplastarla, pues no era la casa que merecía. Era una mala casa, una casa perjudicial.

Permitidme tomar las anteriores líneas como metáfora para eso que llamamos ego o mente. Cuando culpamos al ego, cuando le responsabilizamos del sufrimiento y de las limitaciones de nuestra vida, a quien estamos pretendiendo expulsar no es más que nuestro antiguo hogar, el que nos salvó cuando no teníamos nada más.

Es cierto que tuvimos que hacer muchas adaptaciones y hubo muchos condicionamientos, pero en aquel momento no disponíamos de mejores circunstancias y habilidades, y esa fue, sin duda, la mejor respuesta que pudo lograr nuestro sistema nervioso. 

Te felicito si la vida te ofrece la posibilidad de habitar una casa más confortable, pero ¿qué motivo hay para tratar mal a nuestros mecanismos de protección antiguos? ¿Por qué no celebrar cada uno de ellos y mostrar lo innecesarios que son en este momento? ¿Por qué no agradecerle la maravillosa labor de habernos mantenido vivos y darnos la oportunidad de cambiar en aquel tiempo?

Si algún día volviera a aquella vieja casa, deseo sentir gratitud por la protección y adaptación recibida por parte de mi mente. Aunque no fuera la que deseaba, fue la mínima necesaria para llegar hasta aquí. ¡Gracias! Sé que hiciste lo mejor que pudiste.

Te animo a que cada vez que veas tu ego, tu mente, tu patrón de pensamientos y emociones antiguos les des las gracias por el trabajo realizado, y poco a poco, les muestres que ahora vives en otro lugar, y ojalá las circunstancias y tus habilidades sean más favorables y te permitan habitar en paz ese nuevo hogar.

Aprendamos a dejar el pasado atrás con cariño, para poder seguir descubriéndonos.