Los pensamientos no son la causa del sufrimiento

NEUROCEPCIÓN, mi palabra preferida. Término acuñado por Porges.
Durante muchos años vengo defendiendo que los pensamientos no son peligrosos, y ni siquiera la causa del sufrimiento. La neurocepción viene a confirmar esta segunda afirmación.
Porges lo define como un mecanismo encargado de identificar los indicios, señales de amenaza tanto dentro como fuera de nosotros. Lo realmente interesante es que afirma que es un mecanismo pre-verbal, pre-consciente. Es decir, la percepción de seguridad o amenaza y la reacción de adaptación de tu organismo es previa e independiente de tu línea de pensamiento lógica, racional y consciente.
Las consecuencias no son menores porque destruye el estatus en el que nuestra cultura racionalista ha situado al pensamiento como eje central y causa del sufrimiento humano. De hecho, el supuesto pensamiento negativo cuando se analiza en términos de conceptualismo funcional (ACT) se muestra no como causa del problema, si no como un intento de solución ineficaz en esa circunstancia concreta.
Desde esta posición, asumimos el pensamiento protector (¿negativo?) como un síntoma de la tensión de mi sistema nervioso. Si estoy teniendo estos pensamientos es porque mi mente cree que debe protegerme de una forma u otra. E indagamos ¿qué trata de proteger este pensamiento?, ¿cuál es su función?, ¿cuál es su intención?, ¿qué tendría qué hacer o suceder para resolver este pensamiento o para que ya no tuviera sentido?
Otras preguntas que nos permiten continuar observando son ¿Qué ha sucedido que ha puesto a mi sistema nervioso en alerta? ¿Cómo ha llegado mi sistema nervioso (experiencias previas) a la conclusión de que esta situación es amenazante?
Así, cuando asumimos la neurocepción, no tenemos más opción que volvernos en observadores curiosos de las reacciones de mi sistema nervioso, tratar de entenderlo, respetar sus características particulares, revisar tu historia desde su punto de vista y calmarlo.