Miguel Ángel Manzano – Doctoralia.es
Desde el principio de la vida, el juego (hasta hace muy poco) ha consistido exclusivamente en la supervivencia. Todo trata sobre llegar a adultos y procurar la continuidad de la especie en concreto, y la existencia en global.
Así, la prioridad de todos los organismos vivos ha sido maximizar sus oportunidades de supervivencia, o de reducir a la mínima expresión el riesgo de muerte. Y digo todos los organismos vivos, obviamente incluyendo a los seres humanos.
Y siendo la de la supervivencia una ley ancestral, me resulta de lo más llamativo que los humanos hablemos de nuestra capacidad de autosabotaje, es decir, la tendencia a «jugar» contra de uno mismo.
Y es que hemos «humanizado» la conducta humana, es decir, damos explicaciones que asumimos de sentido común pues se corresponden con la observación directa, aunque obvien las leyes más fundamentales sobre la vida.
Así, aún siendo evidente que el objetivo de un organismo es sobrevivir, afirmamos que alguien se puede perjudicar voluntariamente, y lo justificamos apelando a sus propios actos, pero ¿acaso los estamos entendiendo? ¿acaso la explicación que estamos dando se corresponde con leyes naturales más allá de los juicios y opiniones cotidianas en cafeterías, ascensores…?
Si crees que tú mismo, tu pareja, tus hijos, algún amigo, algún familiar, algún desconocido se sabotea, aunque lo puedas justificar con hechos que parezcan demostrarlo, en realidad no te estás enterando de la película. Uno jamás puede ser su propio enemigo.
Pues si la ley fundamental es la de la supervivencia, y tenemos actos que aparentan ir contra uno mismo, debemos crear una explicación compatible.
¿Qué debe ser tan valioso para que estemos dispuestos a sacrificar eso que queremos o deseamos tanto?
¿Quién no está dispuesto a experimentar un mal menor para evitar un mal mayor?
Atendamos a nuestros juicios y observemos como no se ajustan a las leyes de la naturaleza, atendamos al impacto que tienen en quien recibe ese juicio, y ante todo, escuchemos y fomentemos la conversación que nos permita poner de manifiesto «para qué» le sirve a esa persona el ¿sabotaje?, que está salvando al, aparentemente, perjudicarse.
Repito, jamás puedes ser tu propio enemigo. Si crees que te perjudicas, es porque no estás entendiendo tu película, no puedes ver qué estás salvando y sólo puedes percibir lo que estás sacrificando.