La baja autoestima no es quererse poco (parte 1)

Se define habitualmente la baja estima como poco amor hacia uno mismo. Pero ¿es realmente así?

La baja autoestima la podemos describir como un conjunto de sensaciones y pensamientos críticos y acusatorios hacia uno mismo. Normalmente señalan aguda y cruelmente alguna de nuestras vulnerabilidades, bien sean presentes, pasadas o futuras. Algunos ejemplos de pensamientos serían “no soy/seré capaz”, “no valgo para nada”, “tendría que hacerlo/ser mejor”.

Obviamente si miramos la forma o las palabras que contienen estos pensamientos es normal que acabemos asumiendo que no nos queremos o que tenemos una mala valoración de nosotros mismos.

Pero observemos estos pensamientos desde otra perspectiva. ¿Qué intentan estos pensamientos? ¿Cuál es su función?

Para responderlo, permíteme que te ponga una analogía. 

Los padres tendemos a ser críticos, incisivos e incluso crueles en nuestras valoraciones y/o correcciones hacia nuestros hijos. En eso se mezcla el probable cansancio de los progenitores con el Amor por nuestros hijos. 

  • Perdona, ¿has dicho Amor?
  • Te perdono. Sí, he dicho amor. Ese amor tenso, protector.

Me explico. Los padres en general deseamos lo mejor para nuestros hijos, y cuando identificamos alguna conducta o características que creemos que les perjudica, procuramos estimular el cambio. Sólo hay un pequeño problema, y es que ignoramos lo que sabemos sobre modificación de conducta. 

En lugar, de potenciar conductas alternativas deseables, castigamos repetidamente la conducta que no deseamos. Y bien es sabido, que en general esa estrategia no es muy útil.

Con el estrés vital que vivimos, sumado a la de veces que le habremos intentado hacer notar la necesidad de cambio, es posible que en un tono más agresivo del que desearíamos, le hagamos crueles “resúmenes” como por ejemplo: “eres un vago”, “siempre lo haces mal”, etc.

Sin duda, visto por un extraterrestre se podría asumir que ese adulto no quiere a ese niño o niña por cómo lo está tratando, pero lo cierto, es que los humanos, “entendemos” que lo hacemos por su bien, estamos tratando de influir «constructivamente» en él o ella.

Otra analogía. Nuestro sistema pedagógico tradicional para evaluarnos se basa en destacar lo que nos falta para que la tarea esté bien o perfecta, resaltando en rojo el error. Y es frecuente que el mensaje hacia el infante sea los puntos que le ha faltado para alcanzar la máxima puntuación en lugar de reforzar lo logrado.

¿por qué actuamos de esta forma? 

La mente es un instrumento simple e inocente, y llega a conclusiones de la misma naturaleza. En este caso sería “si consigo no tener fallos seré perfecto”, “si no me siento mal, me sentiré bien”.

Y con esa intención, la mente señala insistentemente lo que considera “fallos” para que te impliques y motives en mejorarlo. Probablemente diga “eres una vago” con la esperanza que esa motivación desagradable sirva de estímulo para ponerte a trabajar más y mejor.

Por tanto, ese pensamiento si lo vemos desde su función, no refleja falta de amor hacia uno mismo, si no una insistente intención de mejorar para que puedas lograr los objetivos que te has planteado.

Tu mente no trata de sabotearte, sólo persigue estimularte, pero lo hace de la forma más primitiva, desde la coacción. Paradójicamente, ese estímulo desagradable puede llegar a bloquearnos aún más, con lo que se cierra el círculo para que tu mente aún te acuse más para que te mejores.

En resumen, lo que te estoy proponiendo es que revises eso a lo que denominas baja autoestima como el intento desagradable de una parte de ti mismo por lograr que seas mejor. Nos queremos tanto, y deseamos ser tan queridos que nos tratamos de forma agresiva para lograr la vida que creemos que debemos tener.

La denominada baja autoestima refleja un elevado grado de amor hacia uno mismo expresado de forma agresiva, y quizás nos pueda servir de punto de partida para encontrar nuevas formas de Amar más amorosas.