No tengo éxito ni fama.
No tengo lista de espera, más bien lo contrario, una economía modesta, que en ocasiones depende de quien me quiere para sobrevivir.
No soy ejemplo de nada.
Todo eso me hace sentir que nadie me va a querer ni elegir, y mi mente vive todo esto como un problema, y me acusa de no ser suficiente.
Pero, he aprendido a ver esos pensamientos y emociones de incapacidad y limitación, como una motivación agresiva para obtener mejores resultados y, supuestamente gracias a ellos, esa sería la prueba que soy mejor, «soy mis resultados».
He aprendido a agradecer su empeño, su intención sus deseos de que sea “mejor”, y así me elijas.
He aprendido a no tomármelos en serio, a no asumir que me reflejan, que eso no soy yo.
Y os lo confieso, cuando me distancio de esa vorágine, puedo ver que soy un BUEN PSICÓLOGO.
Ni siquiera me importa cómo de bueno, ni compararme con nadie.
Me siento en paz con el profesional y la persona que soy, reconociendo mis virtudes y mis limitaciones.
Disculpad mi aparente falta de modestia.