La mente como un GPS

Podemos entender la mente como un navegador gps que tratar de darnos las indicaciones para llegar a un punto determinado, en general, la supervivencia y, si es posible, la felicidad.
Con esta introducción puede parecer que las dificultades que tenemos para entendernos con nuestra mente no deberían existir, porque ambos, mi mente y yo, deseamos ir al mismo lugar.

El conflicto, no tiene que ver con el lugar de destino, si no con la configuración sobre cómo llegar a ese destino. 

No sé hasta que punto estás familiarizado con los GPS pero permiten variar algunos parámetros, por ejemplo, evitar peajes, o elegir entre la ruta más rápida o la más corta.

Imagina que tienes un GPS configurado para llevarte siempre por la ruta más rápida. Este patrón puede ser muy útil para llegar puntual al trabajo y las citas, pero ¿qué pasa en el ocio? 
Día festivo: decido ir a comer un pueblo de la costa y hacer una ruta hasta allí turística deteniéndome en diferentes localidades pequeñas. Bonita carretera secundaria que me permite ver el mar, que avanza en paralelo a una flamante autopista de 3 carriles.
¿Bonito, verdad? ¿Sabes cuál es el resultado? Un horror. 

Mientras el sol entra por la ventana del coche y observas el azul del mar, tu gps no para, insistentemente, de recordarte que vas por la ruta ¿equivocada?: “gire a la izquierda para incorporarse a la autopista”, “dé la vuelta para incorporarse a la autopista”. El mensaje puede ser tan cargante que a veces tenemos la sensación que el gps también tiene emociones y nos dice “¡te he dicho que gires de una vez!, ¿quieres ir a la autopista de una maldita vez?“.
Y eso no es todo, porque la insistente voz acaba por alterarte, y entonces… ¡Tú le contestas! Y cada vez en un volumen más alto, y el coche se convierte en un lugar ruidoso donde 2 ¿personas? se gritan sin escucharse.

Y tú dirás, ¿por qué no apagas el GPS o le bajas el volumen? Porque no se puede, no hay botón de on/off (para nuestra desesperación) y la configuración no es sencilla y no tienes acceso directo a ella.

Siendo así, puedes optar por discutirte con un GPS, o dejarle hablar sabiendo que te quiere llevar al mismo lugar que tú, pero por otro camino, con otras prioridades, con otras condiciones. Y en todo caso, si puedes llevarlo al taller (psicólogo) para ver si te pueden explicar la configuración, porque cuando la entendemos es un poco más fácil de tolerar. Puede que incluso, en el taller te puedan ayudar a modificar los parámetros para que se parezcan más a los tuyos, o al menos a bajar el volumen.

Deseo que esta metáfora te ayude entender mejor el funcionamiento de tu mente, como una herramienta de toma de decisión dentro tuyo, con unos parámetros antiguos (supervivencia en entorno salvaje) que no puede parar de funcionar porque está diseñada así, por y para tu bienestar, aunque en nuestro mundo del s. XXI en algunas ocasiones pueda generarnos más malestar que soluciones al ser sus indicaciones son muy diferentes de las nuestras.

Si tienes dudas sobre cómo funciona tú mente, y qué configuración tiene, siempre puedes contactar con este taller, y quizás pueda ayudarte.

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Taller Multimarca Aceptación de Lo Que Soy
Revisión y configuración de sistemas de navegación para vehículos humanos.